Un hombre fue a ver al rabino y le contó con tono de queja que todo le iba mal. “¿Por qué HaShem no se ocupa de mí?”, preguntó. Y el rabino respondió: “Si te arrojaran dinero desde el techo de un edificio, no mirarías hacia arriba a ver quién te lo está arrojando, sino que irías corriendo a recoger el dinero. Pero si te arrojaran piedras, entonces sí te fijarías quién te las tiró. Así es el hombre por naturaleza: cuando recibe salud, sustento, alegría, pareja, familia – no se fija quién se los dió. Pero cuando le sucede algo malo, ahí es cuando se acuerda de HaShem y mira hacia arriba.
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